Propuesta ecológica para incrementar la capacidad de infiltración en veredas y disminuir el impacto ambiental ocasionado por la escorrentía.
Fecha
2022-06-22Autor
Monge, Cristina Beatriz
Director
Torres, Yanina AlejandraColaborador
Espósito, Martín EduardoArmando, Lorena Vanesa
Palabras clave
Escorrentía urbana; UrbanismoEditorial
Departamento de Agronomía. Universidad Nacional del Sur.Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
El rápido crecimiento urbano de las últimas décadas ha derivado en un aumento excesivo de las superficies impermeabilizadas sobre el suelo original, fenómeno que contribuye a interrumpir el ciclo natural del agua, hasta el punto que, en zonas de urbanización consolidada, el 90% de las precipitaciones puede transformarse en escorrentía superficial, incluso para precipitaciones de corta duración y baja intensidad. Este problema se ve incrementado por la modificación en los patrones pluviales, tanto en sus valores medios como extremos, asociados al cambio climático. La escorrentía superficial es el escurrimiento hídrico que se produce durante o inmediatamente finalizado el evento de precipitación, generándose un flujo laminar sobre la superficie que no es absorbido por el suelo mediante infiltración y se mueve a lo largo de una pendiente hasta descargar en un canal. El presente trabajo presenta una de las diversas formas de gestionar de manera eficiente y sostenible el agua de escorrentía urbana complementaria a los sistemas unitarios existentes en la ciudad de Bahía Blanca. El objetivo es no alterar de forma sustancial el ciclo hidrológico natural previo a la construcción de la urbe, a través de métodos sencillos como lo es el de maximizar o incrementar la superficie vegetada y permeable en las veredas de la ciudad. Para lograrlo se sugiere al propietario del inmueble distintos elementos como especies vegetales nativas de hábito rastrero, gravas y pisos drenantes. Gracias a la adopción de los mismos se practica una jardinería sustentable ya que se reducen al mínimo los gastos de mantenimiento, ahorrando recursos escasos como agua y energía. Esta forma de repensar y reconstruir el ciclo hidrológico a través de la naturalización del paisaje urbano contribuye, junto con otros muchos beneficios de innegable valor, a crear espacios saludables para sus habitantes y aumentar la calidad del entorno en su sentido más amplio.