Evaluación de genotipos de avena, cebada y trigo para confección de ensilajes de planta entera.
Fecha
2021-09-10Autor
Pérez, Isolina
Director
Martínez, Marcela FernandaColaborador
Bravo, Rodrigo D.Menghini, Mariano
Palabras clave
Alimentación de los animales; Ensilaje de la planta total; Forrajes—Valor nutritivo; Forrajes—Valor energético; Nutrición animal; Verdeos de invierno; Sudoeste bonaerenseEditorial
Universidad Nacional del Sur. Departamento de Agronomía.Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
Los verdeos de invierno en la zona del sudoeste de la Provincia de Buenos Aires se caracterizan por ser un recurso muy importante para cubrir períodos de escasez de alimento. Estos pueden ser utilizados mediante pastoreo directo en el periodo otoño- invernal o se pueden confeccionar reservas para el posterior uso, por ejemplo, en los meses de verano. Estas reservas pueden ser henificados, aunque lo más común es realizar ensilajes donde la humedad del material debe ser del 60-70 %. Durante el proceso de ensilaje, el forraje sufre una fermentación anaeróbica y el pH desciende hasta valores de 3,8-4,5 gracias a un tipo de bacterias formadoras de ácido láctico. En estas condiciones el material no sufre alteraciones de calidad, se mantiene conservado en el tiempo y tiene una buena palatabilidad.
El objetivo del trabajo fue analizar diferentes genotipos de avena, cebada y trigo sobre la productividad forrajera y calidad nutricional como ensilaje de planta entera.
El ensayo se llevó a cabo en las instalaciones de la EEA INTA Bordenave, ubicadas sobre la Ruta Prov. Nº 76, km 36,5, en el partido de Puán, Provincia de Buenos Aires, entre los meses de Julio a noviembre del año 2019. Se siguió un diseño en bloques completos aleatorizados con cuatro repeticiones y seis tratamientos, consistentes en dos cultivares de tres especies de cereales de invierno (avena, cebada y trigo). Los materiales utilizados (tratamientos) fueron: avena Elizabet INTA y Florencia INTA, cebada Mariana INTA y Trinidad INTA y trigo MS INTA 415 y BIO INTA 3005.
Al momento de la cosecha del forraje se estableció la composición morfológica de las variedades, rendimiento de los cultivos, el porcentaje de materia seca del forraje a ensilar (MS) y el contenido de carbohidratos solubles en agua de los materiales previo al ensilado. Posteriormente, se procedió a ensilar los materiales. Para ello se picó el material de manera manual a través de guillotinas y cuchillos, buscando un tamaño aproximado de dos centímetros. Una vez picado el material se llevó a cabo el llenado de los microsilos, a medida que se añadía el material, se ejercía una presión con una prensa hidráulica para poder eliminar la mayor cantidad de oxígeno posible del interior del tubo. Finalmente, se completó el volumen, se cerró con una tapa de PVC y se selló herméticamente con cinta.
Luego de 50 días, se abrieron los microsilos y en laboratorio se evaluó pH, proteína bruta (PB), fibra detergente neutro (FDN), fibra detergente ácido (FDA), lignina detergente ácido (LDA), digestibilidad in vitro de la materia seca (DMS), concentración de energía metabolizable (EM), contenido de carbohidratos solubles en agua (CNES) como también características organolépticas (humedad, color, olor y textura). Los resultados fueron sometidos a un análisis de varianza (ANOVA) y las medias se compararon con las pruebas de LSD Fisher (α=0,05).
En cuanto a la biomasa, es decir, producción de materia seca por hectárea no se encontraron diferencias estadísticas entre variedades al igual que la materia seca digestible y los kilogramos de proteína bruta por hectárea. De manera contraria, si se observaron diferencias en el porcentaje de materia seca entre los materiales antes de ensilar. En referencia a los componentes del rendimiento, se encontraron diferencias altamente significativas (p<0,01) para la fracción tallo, espiga/panoja y material senescente, no habiéndose detectado alguna para hoja verde. Las cebadas, Mariana INTA y Trinidad INTA fueron las variedades que contaron con la mayor proporción de material muerto, seguido por las variedades de avena y por último las de trigo. También Mariana INTA presentó mayor porcentaje de la fracción tallo, continuado por ambas variedades de avenas mientras que los trigos tuvieron la menor proporción de dicha fracción. En cuanto a la espiga o panoja contrario a lo que sucedió con el material senescente, los trigos presentaron el mayor porcentaje de esta fracción mientras que las cebadas los valores más bajos. En lo que compete a hoja verde o lámina, se pudo ver que aun no encontrándose diferencias estadísticas las variedades de cebada contaron un valor superior a las otras especies.
En lo concerniente al parámetro nutricional pre ensilaje, en CNES se encontraron diferencias altamente significativas (p<0,01). Si se observan los resultados de los análisis químicos post ensilaje, se puede ver diferencias altamente significativa (p<0,01) para FDN, FDA, PB, EM y DMS; y diferencias significativas (p<0,05) para CNES y no difirieron (p>0,05) para LDA y pH.
En promedio, el porcentaje de materia seca al momento del ensilado fue elevado (47,5%), condicionando de esa manera todo el proceso del ensilado y repercutiendo en ciertos factores como en el pH que, gracias a problemas de compactación, la presencia de oxigeno propició una fermentación débil logrando así un pH medio de 5,5 cuando lo deseable es que se encuentre entre el rango de 3,8-4,5. Luego otro valor bajo fue el contenido de CNES tanto antes como después del ensilado. En contra posición, el contenido de PB fue óptimo logrando una media de 13,3 % lo que hace que sea posible utilizar los ensilados como un recurso forrajero con aceptables niveles de PB para sistema de cría o recría. Así como también el porcentaje de FDN fue adecuado (53,5%). La digestibilidad de la materia seca en promedio fue de 67,9%. Por último, en cuanto a las características organolépticas, los ensilados presentaron un olor agradable, buena textura y humedad, mientras que el color fue verde aceituna lo cual se consideró excelente.
Reuniendo todos los resultados, se podría afirmar que las seis variedades estudiadas en el ensayo son propicias para realizar ensilados de planta entera de calidad nutricional aceptable cuando nos situamos en un año con escasas precipitaciones. En general, Las cebadas tuvieron un mejor comportamiento, seguido del trigo y por último avena.