Evolución del paisaje de la cuenca hidrográfica inferior del río Colorado (Provincias de La Pampa y Buenos Aires)
Fecha
2014Autor
Appezzatto, Ana
Director
Bohn, VanesaColaborador
Piccolo, María CintiaPalabras clave
Cuenca inferior del río Colorado; Geomorfología; GeografíaEditorial
Universidad Nacional del Sur. Departamento de Geografía y TurismoMetadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
El paisaje es la forma que adoptan los hechos geográficos, tanto naturales como artificiales, sobre la superficie de la tierra. Los paisajes se consideran compuestos de unidades elementales y responden a una estructura generadora heterogénea, expresada fundamentalmente por las formas de relieve, el bioma y el asentamiento humano así como también por las perturbaciones naturales y antrópicas que han sucedido sobre su soporte (Forman y Gordón, 1986). El concepto de paisaje se suele confundir con el de ecosistema, pero es importante destacar que este último hace referencia a la interacción de diversos procesos físicos, químicos y biológicos, desde un enfoque dinámico y funcional (Linderman, 1942). No se considera, en la mayoría de los casos, el componente cultural y social, ni las relaciones espaciales entre los diferentes componentes del sistema (Urquijo y Boco, 2011). Uno de los aspectos fundamentales en el análisis de especies, comunidades y poblaciones, es el conocimiento del paisaje y la región en la que se inscribe, para poder comprender la complejidad de su composición, estructura y función (Noss, 1990; Turner, 1990; Forman; 1995).
La ecología del paisaje nace en estrecha vinculación con la geografía y se desarrolla a partir de la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad, es una perspectiva científica transdisciplinaria, consolidada y reconocida, que intenta comprender y resolver algunos de los principales retos ambientales contemporáneos en la conservación del patrimonio natural y cultural (Subirós et.al., 2006). La ecología del paisaje surge de la relación entre análisis espacial (geografía) y el análisis de las relaciones entre los organismos y de éstos con el medio físico (Baeza, 2009). Diversos autores (Forman y Gordón 1986; Forman 1995; Pickett y Cadenasso 1995; Marrubio, 2004) coinciden en que la ecología del paisaje tiene como objetivo, el estudio de los efectos entre el patrón espacial y los procesos ecológicos que se manifiestan a escala del paisaje. La ecología del paisaje permite: identificar, clasificar y evaluar los elementos del paisaje de interés, comprender la distribución espacial de los elementos, determinar de qué forma se han presentado los principales impactos y alteraciones sobre el medio ambiente y definir qué tipo de modificaciones paisajísticas son necesarias para restaurar o recuperar un paisaje en donde la influencia humana lo ha convertido en ecológicamente sensible.
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El estudio de la ecología del paisaje tiene un enfoque sistémico, incorpora una visión no estática de la realidad. Estos cambios se manifiestan en el espacio que, como parte componente del sistema, genera y recibe modificaciones. La ecología del paisaje reconoce la heterogeneidad espacial y temporal del espacio y la importancia del patrón en los procesos ecológicos verticales y horizontales (Matteucci, 1998; Romero et al., 2002).
La estructura, función y cambio son considerados las tres principales propiedades del paisaje y su identificación y medida dependen de la escala espacial de observación (Meentemeyer y Box, 1987; Matteucci, 1998). Con el objeto de simplificar la interpretación de la estructura del paisaje, se ha desarrollado el modelo de patrón espacial en mosaico que propone una representación del paisaje compuesta por tres elementos: parches, corredores y matriz (Forman y Gordon, 1986; Turner y Garder, 1991; Forman, 1995; Ahern 1995).
Forman (1995) destaca diversos procesos de transformación espacial, dentro de los cuales la fragmentación del hábitat es uno de los más importantes. Sus efectos espaciales –variación del tamaño y el número de parches, su forma y dimensión fractal, conectividad y aislamiento entre otros-, inciden sobre numerosos procesos ecológicos. A la fragmentación se le atribuye entre otros la pérdida de especies (Saunders, 1989), efectos sobre el régimen hídrico, la vegetación y la fauna de vertebrados (Saunders et al., 1993), distinguiéndose además diferentes tipos de arreglos espaciales según sea el patrón de fragmentación (Shorrocks et al., 1979; Addicott et al., 1987). La cuantificación de la estructura es considerada un pre-requisito para el análisis del patrón espacial y de su relación con los procesos que se estudian. La cuantificación reduce la complejidad del paisaje a un conjunto de valores numéricos o índices (Turner y Gardner 1991; Matteucci, 1998).
La estructura del paisaje se cuantifica por medio del conteo de píxeles o de puntos, siendo la primera opción la técnica más usada en Ecología del Paisaje. En este contexto, la percepción remota se ha constituido en una herramienta importante para el análisis, facilitando y ampliando la representación, la interpretación y el análisis de los datos espaciales (Coulson et al., 1991; Texeria et al., 1992). Su uso combinado con la tecnología de Sistemas de Información Geográfica (SIG), ha permitido incrementar las posibilidades de estudiar paisajes y regiones en forma integral, aportando para estas
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investigaciones una mejor planificación y manejo en su diagnóstico y transformación (Jonson, 1969; Quattrochi y Pelletier, 1991).
El potencial ecológico de una unidad de paisaje se vincula con los componentes abióticos del medio y viene dado por la naturaleza del clima, por las condiciones del sustrato, las formas del relieve o la presencia de agua. Los componentes abióticos definen macro y mesoestructuras y se manifiestan a mayor escala dimensional. En general, se comportan como variables más independientes y resultan elementos más estables en el tiempo. Por su parte, la explotación biológica y la utilización antrópica se relacionan con las comunidades de seres vivos y con los diferentes usos y coberturas del suelo. Ambos presentan menor estabilidad en el tiempo (Jiménez Olivencia y Porcel Rodríguez, 2008).
Los estudios internacionales son numerosos en los que se refiere a la delimitación de unidades de paisaje. Gómez Mendoza (1999) ha realizado un estudio de la red natural y rural paisajística madrileña sobre la base de un exhaustivo trabajo de campo. Hizo énfasis en la dimensión paisajística del territorio madrileño. Destacó los aspectos fisonómicos y visuales del paisaje, así como también la dinámica, sus funciones y los conflictos generados por usos y aprovechamientos de espacios confluentes. Determinó unidades de paisaje a partir de los elementos naturales y rurales, como definidores del paisaje. Para la delimitación de las unidades de paisaje utilizó factores naturales y formales (uso del suelo). Finalmente se presentó un mapa de unidades naturales, uno de unidades rurales y un mapa de unidades de paisaje, como elementos estructuradores para el ordenamiento del territorio madrileño.
Muñoz Pedreros (2004), propuso un método mixto de valoración directa de subjetividad representativa y análisis posterior indirecto con análisis de componentes principales en una región de Chile. La técnica de valoración del paisaje aplicada fue el análisis de preferencias, basada en que el valor de un paisaje está en función del número de individuos que lo prefieren. También describió un método para valorar la fragilidad del paisaje que, integrado a la valoración, permitió aplicar criterios de preservación y conservación.
El estado actual del paisaje ripario de una cuenca costera en Michoacán (México) mediante la delimitación de unidades de paisaje y sobre la base de aspectos geomorfológicos, ecológicos y antropológicos fue analizado por Hernandez Pedrero
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(2012). Las unidades de paisaje se delimitaron a partir de la definición de los usos de suelo e identificación de la vegetación. Para la delimitación de las diferentes coberturas analizaron imágenes satelitales Quickbird de los arroyos de la cuenca. Aplicaron un análisis estadístico para determinar índices de paisaje, en las diferentes unidades a fin de determinar áreas homogéneas y heterogéneas. También se aplicaron encuestas y visitas al terreno a fin de conocer el manejo del paisaje ripario expresado por sus usos y conocimientos de los propios habitantes.
En Argentina, Huamantinco Cisneros (2008) analizó las unidades de paisaje para el norte neuquino, con el fin de identificar recursos naturales y culturales para un uso de modo sustentable. Para la delimitación de las unidades de paisaje tuvo en cuenta el elemento estructurador del paisaje e incorporó el relevamiento en el terreno a fin de comprobar la valoración de los recursos que contienen. Estas unidades permitieron un conocimiento acabado del espacio donde el hombre desarrolló sus diferentes actividades y propició una adecuada organización del territorio. Finalmente, presentó estrategias metodológicas para el diagnóstico de los recursos turísticos naturales y culturales del área.
El comportamiento hidrológico de la Laguna Chasicó (provincia de Buenos Aires) durante los ciclos húmedos y secos fue analizado mediante la delimitación de unidades de paisaje (Zinger, 2000). Para la definición de dichos límites se utilizaron criterios paisajísticos, geomorfológicos, científicos, ecológicos y antrópicos (uso del suelo). El régimen de esta laguna está vinculado a las condiciones climáticas del área (templado semiárido) con ciclos húmedos y secos recurrentes que se manifiestan en la modificación del volumen y superficie del cuerpo lacustre. A partir del análisis multitemporal se analizó la variación de las sub-unidades de paisaje y de la unidad geoespacial de la laguna Chasicó. Estas unidades permitieron establecer que la modificación de la superficie de los espejos de agua durante los períodos húmedos sobrepasan sus niveles habituales, invaden la llanura de inundación y ocasionan graves problemas a los pobladores quienes, desconociendo el comportamiento de estos ecosistemas, seleccionan las riberas como sitio de asentamiento. El inicio de un período seco prolongado que comenzó en la década del '20 y que se extendió por 50 años aprox., contribuyó a marcar aún más esa peculiaridad del espejo de agua ampliando
considerablemente el sector de playa o llanura de inundación. Como resultado de la descripción de cada unidad se infirió su potencialidad y se le asignó un valor.
Del Pozo y Bróndolo (2002), analizaron las unidades de paisaje en el sector costero de Monte Hermoso (provincia de Buenos Aires) a fin de implementarlas como instrumento de ordenamiento territorial. Identificaron las unidades de paisaje a través del reconocimiento en el terreno de las unidades funcionales o de comportamiento del paisaje. Delimitaron las unidades de paisaje en base a la dominancia de elementos estructuradores principales (abióticos, bióticos y antrópicos). Los criterios para su definición fueron geomorfológicos, relacionados con la vegetación, uso de los recursos y uso del suelo. La descripción de cada unidad condujo a inferir su potencialidad y a asignar un valor patrimonial al paisaje costero.
El área de estudio, la cuenca hidrográfica del Río Colorado (Figura 1), es un área en la que el elemento dinamizador del paisaje es el propio río. En relación al río Colorado se encuentran trabajos de Cazenave (1987), Perl y Andres (1995) respecto a lo hidrológico y más recientemente Weber et al. (2005) relativos a la influencia de la geometría en la predicción de la distribución de velocidades en cauces naturales. Este autor aplica modelos numéricos hidrodinámicos bidimensionales considerados como modelos teóricos apropiados para resolver este problemas. La aplicación de dos modelos unidimensionales, el Método del Canal Dividido y el Método de la Distribución Lateral (DCM y LDM respectivamente) para la predicción de la distribución lateral de velocidades en la sección de aforos de Buta Ranquil, Río Colorado, analizando la influencia del contorno móvil. También, respecto a la clasificación y análisis de la variabilidad espacio-temporal de las lagunas de la cuenca inferior del Río Colorado, se analizó Aliaga et al. (2013), como antecedentes directos a esta investigación.
Aliaga et al. (2013) analizaron la variabilidad climática sobre la dinámica temporal de los cuerpos de agua de la cuenca inferior del Rio Colorado, durante el período 2002-2012. La variabilidad climática se analizó mediante el cálculo de balances hídricos de la región y el procesamiento digital de imágenes satelitales. Las lagunas fueron clasificadas según criterios geomorfológicos, hidrológicos y morfométricos, durante un periodo hidrológico normal. El año 2004 fue considerado húmedo con el mayor excedente de la última década (70 mm) para la región, mientras que el año 2008
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presentó déficit hídrico durante todo el año. En relación a la cobertura media de agua en el año húmedo, se contabilizaron 20 lagunas (12,3km²) y durante el año seco 5 lagunas (5,8km²). Como resultado de la clasificación de lagunas durante el año normal (año 2011) se obtuvieron 3 grupos. La principal diferencia entre las lagunas fue el tiempo de permanencia y su morfometría. El primero de ellos se caracterizó por las mayores extensiones de los cuerpos de agua (áreas > 1.5km²) y de carácter permanente. En el segundo de los grupos, las lagunas son principalmente intermitentes, constituyendo salinas durante ciclos secos. También se caracterizan por una orientación de longitud máxima total (LMT) homogénea. El grupo restante reunió lagunas localizadas en el sector más húmedo del área de estudio (isohieta de 500 mm) y de una orientación este para la LMT.
La cuenca inferior del Río Colorado se encuentra localizada en una región semiárida y con predominio de actividad agrícola por lo que resulta imprescindible al aporte; al conocimiento de la dinámica hidrológica y ecológica de la misma, objetivo de la presente tesis.
Referencia bibliográfica
Appezzatto, A. (2014) Evolución del paisaje de la cuenca hidrográfica inferior del río Colorado (Provincias de La Pampa y Buenos Aires) (Tesis de Grado) Recuperada de http://repositoriodigital.uns.edu.ar/handle/123456789/3239Colecciones
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